Los errores en impuestos trimestrales más comunes del autónomo

Los errores en impuestos trimestrales más comunes del autónomo

El profesional por cuenta propia se enfrenta con frecuencia a tareas administrativas en las que cualquier fallo puede ocasionar una sanción por parte de Hacienda.

Cuando un profesional decide dar el paso de convertirse en autónomo, asume que deberá implicarse en su trabajo de una forma activa y atemporal. El trabajador por cuenta propia no tiene horario en apariencia. Y no solo porque su jornada laboral pueda ser más extensa o flexible, sino porque su dedicación le exigirá una atención extra. Ser tu jefe es asumir como funciones propias aquellas cuestiones administrativas o burocráticas que el trabajador por cuenta ajena no tiene. A no ser que se opten por delegar la tarea en asesores especializados. Por eso, te explicamos los errores en impuestos trimestrales más comunes del autónomo. 

Atento a los plazos

Uno de los más abrumadores errores en impuestos trimestrales son los relacionados con el pago de los mismos. Tributar de forma correcta es un quebradero de cabeza en muchas ocasiones para quienes no tienen una formación adecuada o no delegan esas tareas en profesionales de la materia. Errar es fácil y las consecuencias repercuten en el bolsillo a través de las penalizaciones que pueda imponer Hacienda.

La mejor forma de solventar las declaraciones de impuestos trimestrales es tomar nota de aquellos fallos comunes y evitables. El primero de todos ellos es tener claras las fechas. Tan importante es presentar bien la documentación como hacerlo en tiempo. Una demora puede provocar recargos y sanciones. Las liquidaciones son trimestrales y en su nombre ya indican su condición. Cada trimestre se debe presentar del 1 al 20 del mes inmediatamente posterior (abril, julio, octubre y enero). Sobra decir que la organización y el orden son recomendables a la hora de tener toda la facturación preparada.

Deducciones

El más sencillo de todos los fallos por ser el más recurrente es la deducción del IVA. Hay que saber discernir bien qué gastos son aplicables y poder justificarlos. Deben ser aquellos necesarios para la actividad profesional. Es importante entender del mismo modo que en ocasiones no son aplicables el 100 % de estos y saber en qué porcentajes deducirlos o tener claro qué se puede presentar porque no hacerlo implica pagar más de IVA.

Un autónomo puede invertir para su proyecto en bienes como inmuebles o vehículos. No son gastos deducibles en una factura única, sino amortizables a lo largo de su vida útil. Un coche que cueste 20.000 euros y tenga una durabilidad estimada de 10 años debe repercutir en 2.000 euros anuales.

No sin factura

Los gastos que se presentan trimestralmente deben estar soportados documentalmente con su correspondiente factura y este es de los errores más comunes del autónomo al liquidar sus impuestos. No vale un resguardo ni el tique de un restaurante en caso de presentar gastos de comidas. Es importante pedir específicamente facturas de aquellos costes que consideremos necesarios y hacerlo a nombre del autónomo o empresa con su NIF o CIF para que puedan ser demostrables.

Inactividad

Podemos identificar como “grave error” dejar de presentar modelos del IRPF cuando no hay actividad en el período de ejercicio correspondiente. En estos casos deben presentarse, aunque sea a cero.

Acumulado anual

Si bien el IVA es la gran preocupación diaria de un autónomo, por la dependencia del gasto ordinario y su impacto en la liquidación trimestral, no es el único impuesto al que hacer frente. Aquellos profesionales por cuenta propia que inician cualquier proyecto deben prestar mucha atención al IRPF para no cometer errores al liquidar sus impuestos como autónomo. En las liquidaciones aparecen ambos tributos. No obstante, mientras el IVA es parcial y se computa por trimestre cerrado, no así el IRPF al ser un impuesto anual. Es clave tenerlo en cuenta cuando se van sumando trimestres del año. Hay que ir acumulando el IRPF hasta cerrar el ejercicio.

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