Sin lugar a dudas, la economía española ha recuperado la competitividad que tenía antes de la entrada del Euro, en 2002. Se mantiene a la cabeza de Europa, en cuanto a crecimiento se refiere, y goza de un superavit exportador sólido. La inversión extranjera está llegando atraida por los menores costes de producción.
Pero debemos estar atentos a este dato. Se han reducido los costes de producción, sobre todo los salariales por los ajustes realizados durante la crisis profunda que dio la cara en 2008, y de la que algunos creen que todavía no hemos salido. La productividad industrial, de bienes de equipo, tanto de fabricación como de reparación e instalación, también están creciendo.
Este equilibrio es muy delicado y, en los últimos meses se ha observado una disminución de la producción de vehículos a motor.
Para seguir avanzando y hacerlo a un ritmo adecuado necesitamos del entendimiento entre todos los actores, tanto políticos como económicos y sociales. El diálogo sin entendimiento sólo es una pérdida de tiempo.